La magia del ‘mindfulness’ o el arte milenario de vivir en el presente

Publicado en el periódico online el-confidencial (14/05/2017)

Mindfulness es una palabra inglesa que se emplea como traducción de SATI, un término pali, idioma original de la literatura budista Therabada. En castellano hablamos de “atención plena” y de “conciencia plena” pero en la actualidad se halla muy extendido el uso del término inglés para hacer referencia a una práctica que ayuda a desarrollar una capacidad cognitiva que todos poseemos, nuestra atención.

Esta práctica se basa en ejercicios de meditación cuyo origen se halla en la tradición religiosa budista. La vivencia SATI, según esta tradición, no se halla supeditada a la lógica o al intelecto sino que necesita la experiencia real para alcanzar una conciencia iluminada.

Los psicólogos conocedores de que la práctica de la meditación producía beneficios específicos en la salud mental de las personas, la adoptaron como herramienta psicológica despojada de sus orígenes religiosos para aplicarla en el ámbito clínico y comprobar el impacto real de la práctica de la “atención plena” sobre el campo cognitivo y emocional de las personas.

Descubrieron que ésta tiene un valor mental excepcional y que tal y como subraya Daniel Goleman, había sido poco reconocida e incluso subestimada en numerosas ocasiones. En general, esto fue así porque se priorizaron otras funciones cognitivas que se creyeron superiores, como la memoria y el pensamiento en detrimento de la atención misma. Pero ignoraron que los fallos atencionales tienen un profundo impacto en nuestro funcionamiento diario.

Los estudios científicos neuropsicológicos actuales muestran que cuando falla la atención la persona no dispone del estado cognitivo adecuado para la resolución de una tarea bien porque la percepción de una información se halle debilitada, o bien, porque fallen los recursos para la selección adecuada de la misma. El impacto es demoledor y genera en nuestro cerebro una reacción en cadena.

Al afectar nuestra atención queda dañada irremediablemente nuestra “Working Memory” (Memoria de trabajo activa). Esto resulta importantísimo porque ésta no sólo se dedica a almacenar cualquier información durante 20 segundos, sino que merced a la disponibilidad temporal de la misma nos permite razonar, comprender y resolver problemas.

Por último, si no hemos prestado suficiente atención a lo que hacemos en el momento presente, esa información nunca llegará a almacenarse en el desván de nuestra memoria a largo plazo, es decir, el lugar donde atesoramos nuestros recuerdos para después recuperarlos a la vida al ser evocados por nosotros. Entonces, ocurrirá que toda vivencia o información quedarán perdidos en el brumoso pantano del olvido al no haber generado ninguna huella menémica en nuestro cerebro que permita recuperarlos en un futuro.

Y, ahí radica el secreto de los gigantescos beneficios que reporta esta técnica. Poseer una herramienta que nos ayude a entrenar nuestra atención y a calmar la mente resulta muy valiosa porque influye poderosamente en nuestra manera de vivir la vida y, en definitiva, de estar en ella. Como el maestro zen Thich Nath Hanh dijo, “sin conciencia de lo que uno vive, equivale a no vivir”.

En una sociedad como la nuestra, donde la prisa y el bombardeo incesante de estímulos nos abruman y zarandean por doquier, nuestra atención sufre y se deteriora rápidamente.

Por ejemplo, ¿sabías que con la lectura de su correo electrónico tu mente se desconecta y pasa entre un 20 y un 40% del tiempo divagando? Y, no sólo eso, ¿sabías qué cuando nuestra mente deambula y se dispersa activa un sesgo negativo y nos dedicamos a pensar en los posibles problemas, en lo que nos amenaza, etc.? Si quieres tener una experiencia curiosa de cómo funciona tu mente, prueba este sencillo ejercicio:

“Permanece en silencio durante 5 minutos y observa qué ocurre”.

Posiblemente descubras que tu mente se halla en continuo diálogo interno. A esto, se le ha denominado “mente de mono” o “mente caviladora”. Pues bien, tu mente caviladora no ayuda nada a resolver los problemas porque se preocupa excesivamente de lo que sucedió en el pasado y del futuro. Si bien, estas capacidades empleadas adecuadamente contribuyeron a nuestra supervivencia como especie, en la actualidad se hallan desbordadas. Y, consecuencia de este funcionamiento erróneo se genera ansiedad (anticipa realidades inexistentes) y rumiación (pensamientos constantes sobre lo sucedido en el pasado).

La propia definición de Mindfulness ofrecida por John Kabat-Zinn resulta muy clarificadora al ilustrarnos sobre lo que ésta significa, prestar atención de una manera especial: intencionadamente, en el momento presente y sin juzgar.

Para poner en práctica la atención plena y ayudar a calmar la “mente de mono”, necesitas ejercitar estos dos componentes:

1. Aparezca lo que aparezca (en la mente), simplemente obsérvalo.

2. Mantener la actitud apropiada basada en los siguientes principios básicos:

• No juzgar. La atención plena implica estar presentes sin juzgar lo que vemos, sentimos, pensamos y escuchamos.

• Aceptación de la experiencia. Vive la experiencia, sin intentar oponerte o luchar contra ella.

• Mente de principiante. Adopta actitud de un niño pequeño que descubre las cosas por primera vez, maravillándose ante ellas y sin ideas preconcebidas.

• Aprender a fluir. Asume una actitud despegada, no intentes asirte a ningún pensamiento, sentimiento o emoción. Déjalo pasar.

Los beneficios que reportan son innumerables: reduce el estrés, el dolor y aumenta la sensación de bienestar pero también hay que mencionar que no resuelven todos sus problemas. En caso de sufrir ansiedad persistente, depresión, estrés crónico, etc. es conveniente consultar a un Psicólogo, quien deberá aconsejarle, previa valoración de su situación emocional, el lugar que le corresponde a esta técnica en el proceso de superación de sus dificultades.