ACOMPAÑARSE BIEN EN LA INCERTIDUMBRE
David salió de la consulta del médico con el ánimo apesadumbrado, dudaba a borbotones sobre como iba a poder lidiar con la incertidumbre de su desconocida situación física. Le habían detectado una pequeña mancha en el estómago y debía someterse a más pruebas médicas para determinar si se trataba de algo preocupante y de gran calado o por el contrario no revestía especial importancia.
¿Cómo manejar la angustia, la preocupación y el miedo hasta contar con los resultados definitivos?
Sabía de tantos casos de conocidos que éstos se atropellaban en la recámara de su memoria y cuando se detenía a realizar una revisión detallada y exhaustiva de todos ellos descubría con inquietud que había para todos los gustos. Podía pensar lo que quisiera. Tenía amigos para los que una mala noticia quedó en un susto a olvidar rápido o aquellos para los que el temor se transformó en un tumor dañino que les llevó a pasar por el vía crucis de un largo tratamiento y hasta recordó el caso del amigo de un primo suyo que falleció.
Pero David si estaba seguro de una cosa y es que cuando la alocada brújula de sus pensamientos se ubicaba en uno u otro escenario, más positivo y esperanzador o más negativo y dramático, su nivel de angustia se disparaba hasta extremos insospechados. Podía llegar a aterrorizarse tanto a sí mismo que entraba en pánico y podía sentir como el corazón le latía en la comisura de los labios y su respiración se aceleraba, parecía un pez boqueando fuera del agua.
Así que tenía que esforzarse en aprender a no favorecer entrar en esos estados psíquicos. Era crucial acompañarse bien en esos momentos, acoger amorosamente su malestar para conducirse a espacios de más sosiego interior. No intentaba lo imposible, calmar la tormenta, sino encontrar un espacio de paz dentro de ella. Había llegado la hora de poner en práctica su capacidad de resiliencia, que no es ni más ni menos que nuestra innata capacidad para seguir fuertes ante la adversidad y el dolor.
Lo primero que David se determinó a grabar a fuego en el anaquel de su memoria era una frase personal alentadora y henchida de esperanza. Y, se decía, cuando sientas que la oscuridad te atrapa, lleva la mano al corazón y recuerda:
“Hay una grieta en todas las cosas, por ahí es por donde penetra la luz”.
Así que buscó un listado de cosas que podía hacer:
- TOMARSE SU TIEMPO
Porque resulta imposible pensar con claridad cuando la ansiedad o el miedo te inunda. Así que lo primero era tomarse un descanso para relajarse físicamente.
- RESPIRAR A TRAVÉS DEL PÁNICO
Le dijeron que los Psicólogos recomiendan que cuando una persona comienza a tener latidos cardiacos más rápidos o las palmas sudorosas, lo mejor es no combatirlo.
Basta con quedarte donde estés y simplemente sentir el pánico sin tratar de distraerte. Coloca la palma de la mano sobre tu estómago y respira lenta y profundamente. El objetivo es ayudar a tu mente a acostumbrarse a lidiar con el pánico, lo que le resta miedo al miedo.
- ENFRENTAR LOS MIEDOS
Evitar los miedos sólo nos asusta más. Cualquiera que sea tu miedo, si lo enfrentas, te ayuda a que se desvanezca.
Puede que sintamos que una situación nos desborda, así que no hay mejor consejo que evitar sufrir en vano prolongando innecesariamente una situación, y puede ser hora de considerar hablar de lo que te sucede con un psicoterapeuta que te ayude con tu situación.