¿Son evitables los celos en la infancia?

Publicado en el periódico online el-confidencial (02/04/2017)

La llegada de un nuevo hermano pone al niño frente a una lección de vida. Tiene ante sí un reto evolutivo: comprender que el amor compartido no tiene por qué ser menos amor.

Nico miró fijamente a su mamá con sus gigantes y expresivos ojos azules, mientras se inclinaba de puntillas para ver a Ana, su nueva hermanita, y apoyaba con ternura sus gordezuelas manos contra el regazo de su madre. Al mismo tiempo proclamaba con ademán serio y compungido: “Mamá, por qué no tiramos a Ana a la basura, solo llora y no podemos jugar a nada con ella”.

Su madre le miró y comprendió los sentimientos difíciles que Nico albergaba en su interior, la gigantesca tormenta emocional por la que atravesaba. Carlos y Nieves, sensibles y empáticos, sabían que los celos podían despertarse en el interior de su hijo ante la llegada de su nueva hermana. Diría que casi los esperaban porque los consideraban sentimientos naturales ante la dolorosa pérdida de su atención exclusiva.

 

Hasta ese momento estaban agradablemente sorprendidos de que no hubieran aparecido señales del fuego de los celos y todo discurriera con cierta calma. Se habían esforzado mucho intentando facilitarle esta nueva etapa: hablando con él de la llegada del nuevo bebé, contándole cuentos protagonizados por niños pequeños con fuertes y valientes hermanos mayores, pasando tiempo con amigos suyos que tenían un bebé de meses para que se familiarizase con los arrumacos y las atenciones que desplegaban los adultos ante los bebés y conviviendo con niños de diferentes edades.

¿Qué nos revelan los celos? Pues, nada más y nada menos que sentimientos y pensamientos atormentados que causan un intenso sufrimiento

Todo encaminado a que éste pudiera hacerse una idea más real de los tiempos de cambio que se avecinaban. Pero, también, sabían que pese a todos sus esfuerzos,hacer comprender a un niño pequeño de tres años la magnitud del cambio, sería un proceso lento . Había que ayudar a Nico a gestionar los celos sin que se resintiera su autoestima y su valor, porque este se enfrentaba a una misión vital: “el reto de tolerar compartirles o sentirse excluido en ciertas ocasiones”.

Y ellos, como padres, ¿podían hacer algo para evitar que su hijo sintiera celos?

Leer entre líneas

Sencillamente no, pero podían ayudar de muchas maneras para que esas emociones no se tornaran en inmanejables y por ende se expresaran de manera disruptiva en la convivencia.

Lo que primero que ayuda es comprender cuál es el origen de tan intensos afectos. Los celos son emociones que emergen ante aquellas circunstancias en las que el niño se siente en desventaja y ve amenazado su sentimiento de seguridad. Son emociones que delatan un sufrimiento en tanto en cuanto comprometen la percepción de cuál es su propio valor y estima. ¿Qué nos revelan los celos? Pues, nada más y nada menos que sentimientos y pensamientos atormentados que causan en quienes los padecen un intenso sufrimiento, y son del tipo:

  • “Me da miedo compartirte, ¿y si no regresas más?”.
  • Me siento excluido/a. Me cuesta muchísimo tolerar que tengas y valores cosas fuera de mí”.
  • “Me has engañado porque no soy lo único importante para ti y me siento muy inseguro/a”.
  • “Tengo muchas dudas acerca de mi propio valor. No estoy nada segura/o de por qué me quieres”.

Asusta muchísimo sentirse así. Un niño, no nos va a hablar de esta manera (tampoco lo hará un adulto), por lo que hay que adivinar qué sucede en la esfera emocional y leer entre líneas.

Interpretan la llegada del hermano como aquel que le ha robado el cariño y el amor de sus padres. Viven como una amenaza la presencia de un rival

Los niños pueden expresar su malestar de muy diversas maneras. Nosotros, los adultos hemos de estar atentos para hacer la lectura adecuada porque estos sentimientos pueden enmascararse con otras emociones y conductas: tristeza, rabia, soledad, aislamiento, etc.

Una lección de vida temprana

María tenía 3 años cuando empezó a hacerse pis en la cama después de llevar meses controlando sus micciones. La llegada de su hermana a la familia le había ocasionado un gran estrés emocional que expresaba de esa manera. Jorge lloraba más y quería coger el bibe de su hermano Diego, deseaba volverse pequeño y recibir las atenciones que su mamá prodigaba al recién nacido. Hugo empezó a pegar en el colegio a otros niños y a tener muchas rabietas.

En el paraíso de la infancia, todo niño anhela el amor y la atención exclusiva de sus padres, quiere ser amado al máximo. Este anhelo y esta manera de experimentar y vivir “el amor” hace que vivan como una amenaza monstruosa la presencia de un rival. Tienen que enfrentar la “dolorosa pérdida” del amor exclusivo profesado por papá o mamá. Interpretan la llegada del hermano/a como aquel que le ha robado el cariño y el amor de sus padres, cosa que no es verdad. Pero sí, es cierto, que con el nuevo bebé dispondrán de menos tiempo exclusivo para ellos.

Foto: iStock
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Pongámonos en su lugar y veremos que la emergencia de los celos resulta comprensible. La demanda de amor del niño es egoísta y la dinámica propia de toda familia y del proceso de socialización en general, le enseñará progresivamente que se trata de un empeño imposible de culminar.

La llegada de un nuevo hermano o hermana enfrenta al niño a una lección de vida importante que aprender. Tiene ante sí un gran reto evolutivo, comprender que el amor compartido no tiene por qué significar menos amor.

Nosotros, los adultos, tenemos que saber que este salto cualitativo no es fácil y que puede llevar tiempo, especialmente con niños muy pequeños que se llevan poco tiempo, al igual que tomará tiempo que puedan llegar a percibir sus ventajas.

Estas, que son fortalezas psíquicas y son enormes, porque abren la presencia maravillosa de un “otro” y esto ayuda al descentramiento del niño, a atenuar su egocentrismo, a aprender que compartir es sumar fortalezas y en nada le resta valor personal, a dar y tomar en las relaciones afectivas, a liberar sus recursos internos.

Construir un “apego seguro”

Científicamente sabemos que ningún ser humano nace con la capacidad de regular sus propias reacciones emocionales pero sí conocemos que hay “maneras de hacer” por las familias que facilitan la tarea y otras, lo entorpecen severamente. Esta información es valiosísima y muy útil para ayudar al niño a aprender a compartir sus “amores”. Todos conocemos tristemente pésimas o inexistentes relaciones entre hermanos que beben de terribles celos infantiles pobremente elaborados que se proyectan en sus relaciones actuales.

Así que deben saber que pueden hacer mucho. Lo primero, construir un lazo seguro con su hjio. Esto le ayudará a disponer de una base sólida para elaborar emociones difíciles. Este vínculo de apego se genera a través de las conductas de sostén, alimento y cuidado. Un vínculo seguro permite al niño crecer con sus necesidades básicas cubiertas y le provee de un sólido sentimiento de seguridad que le permite explorar el mundo con la máxima tranquilidad.

Es importante actuar antes del nacimiento del nuevo bebé y crear una atmósfera donde los niños puedan expresar sus sentimientos negativos

Peter Fonagy, Psicólogo y Psicoanalista Húngaro, Jefe del departamento de Psicología Clínica, Educativa y de la Salud de la College University de Londres, proporcionó con sus investigaciones claves esenciales para comprender por qué tiene una enorme relevancia construir un apego seguro en las relaciones tempranas entre padres e hijos. Descubrió que éste es un sistema regulador diádico de los cambios en los estados emocionales de los niños momento a momento y hace que el cuidador pueda entender y responder apropiadamente a aquellas que experimentan los niños. Facilita la regulación emocional y evita, por lo tanto, que estos se desregulen.

Observó que, los padres que son capaces de proveer de un apego seguro son más sensibles a las necesidades de sus niños y promueven la expectativa de que su desregulación emocional será rápida y eficazmente enfrentada. Qué mayor ventaja que conocer la mejor manera para que los papás de un niño/a celoso/a le reaseguren que él/ella sigue siendo valioso e importante.

Recomendaciones para un manejo constructivo de los celos:

  • Es importante actuar en lo posible antes del nacimiento del nuevo bebe, dado que los celos en la infancia se dan sobre todo con la llegada de un nuevo hermano/a.
  • La forma más efectiva de lidiar con los celos infantiles es igual que con otras emociones negativas que se despiertan ante dificultades y frustraciones.
  • Crea una atmósfera en la familia donde los niños puedan expresar con libertad sus sentimientos negativos, ya que los que si lo expresan y aceptan, pierden su poder destructivo.
  • No pretendas argumentar lógicamente, no funciona.
  • Acoge empáticamente, trata sus sentimientos como reales, está allí, acompaña, permite que tu hijo exprese lo que siente y ofrecele medios para que canalice la tensión psíquica que experimenta de una manera adecuada: palabras, dibujos, plastilinas, etc.
  • No le juzgues, ni le compares con otros niños, no le culpabilices.
  • Es una oportunidad para conocer y comprender su mundo emocional interno dado que los celos son una expresión del mismo.
  • Si detectas celos, trata de pasar un tiempo especial con tu hijo y hazle sentir lo importante que es para ti.
  • Ofrézcele tiempo de calidad: no olvides que ellos piensan que la relación con vosotros está comprometida.
  • Fomenta la complicidad entre hermanos y el sentimiento de pertenencia y las relaciones de ayuda en tu familia.

Raquel Tomé López es psicóloga y psicoterapeuta en el Centro Guía de Psicoterapia.